Cuando estallo la guerra
Cuando estallo la guerra 1936 -1939 me encontraba en mi pueblo natal, O Grove, en casa de mis padres. Acababa de cumplir el servicio militar y el porvenir era poco reluciente por falta de trabajo y de perspectiva. Éramos muchos los jóvenes más o menos preparados, pero sin una formación profesional concreta, que carecíamos de empleo.
Mi pueblo natal era, en su mayoría, un pueblo de pescadores, pero una actividad en las faenas de pesca no era nada atractiva. La vida de los pescadores era muy dura y muy mal recompensada. En la temporada del invierno, a causa del mal tiempo que impedía faenar, eran bastantes los hogares invadidos por la escasez y la miseria.
Para zafarse de esta situación algunos de los jóvenes de mis amigos ingresaron como voluntarios a los 16 años de edad en
En aquellos tiempos no había medios de información y comunicación como ahora, no porque no existiesen diarios (había casi los mismos que hay ahora) sino porque había pocos medios económicos par investirlos en la lectura y por eso la tirada de los periódicos era escasa. Los que nos interesábamos un poco por estar informados de lo que pasaba, nos servíamos del ejemplar del diario que había en dos barberías (la de Costa y la de Pepe). Los diarios costaban diez céntimos pero no siempre se disponía del montante de su importe.
Naturalmente la televisión no existía pero la radio si, aunque con un inconveniente que restringía enormemente su audiencia : la falta de aparatos receptivos. Creo que en el pueblo había unos cuatro o cinco, uno de ellos en el café de Padin y los otros traídos por alguno de los marineros del pueblo comprados en el extranjero. Un de ellos lo tenia Sr Xaquin o brasileño comprado por su hijo Ramón en Nueva York (los pocos que habían jugaron un gran papel cuando se desencadeno la sublevación franquista). Había pocos receptores de radio y sin embargo O Grove disponía de una emisora local , de galena, construida por un excelente técnico, autodidacto, el buen amigo Juan Fernández.
Se leían pocos libros, aunque había una librería instalada en la plaza. Los de carácter político-social se pasaban de mano en mano, y para leer los de la biblioteca del casino había que solicitar la ayuda de algún socio.
Ante una situación poco propicia como esta, descripta a grandes rasgos, muy sucintamente, lo lógico seria que la juventud fuera apolítica y apática. A esta conclusión podríamos llegar y ver la actitud de la juventud de hoy ante los problemas con los que se enfrentan la sociedad, paro obrero, horizonte cerrado, etc.. Pero, por fortuna, no era así ; aquella juventud no era apática ni mucho menos. Se consideraba sujeto activo de la sociedad. Tanto es así que, cuando el 20 de julio se sublevo el ejercito, fuimos a Pontevedra cientos de jóvenes del pueblo para tratar de oponernos a los que se nos echaba encima.
Movilizar tal cantidad de jóvenes en un pueblo como O Grove por entonces fue algo extraordinario. Contados fueron los que se quedaron al margen.
¿ Como explicar ese resultado ? Quien o quienes fueron el agente movilizador de esa manifestación juvenil ? Había el Sindicato de oficios Varios alojado en
Existía un pequeño grupo testimonial del Partido Galleguista que no llegaba a cuajar. Su representante en aquellos momentos era Xacobo Barral. Mi padre había sido miembro del Consejo directivo del Partido Galleguista en Diciembre de 1932. El Partido Galleguista había sido fundado en 1931.
Anteriormente había jugado un gran papel movilizador contra el poder caciquil, muy arraigado en Galicia,
El conjunto de fuerzas políticas y sindicales organizadas no eran bastantes fuertes para obtener la movilización total de los jóvenes.
¿ Era entonces un movimiento espontáneo ? Puede haber algo de ello, pero en el fondo era una movilización consciente cuya necesidad estaba arraigada entre un gran numero de jóvenes grovenses. Porque contrariamente a lo que pudiera pensarse la juventud, gran parte, estábamos politizados aunque sin afiliación política determinada. Éramos simplemente de izquierdas partidarios del Frente Popular con todos sus matices, continuadores del historial de lucha de generaciones anteriores. En la ría se decía, si los de Cambados son carcas, los de O Grove y los de
El 17 de julio de 1936 tuvo pocas repercusiones entre los vecinos, pero el 18 y el 19 se fueron caldeándose los ánimos. La guardia civil local había sido concentrada en Pontevedra. Por falta de experiencia y también por candidez no se aprovecharon esos dos días para preparar recursos para hacer frente a una posible sublevación que se estimaba no solo probable sino cierta. En O Grove, además de unas pocas armas individuales, había grandes cantidades de dinamita y hombres para emplearla, tanto en las profesiones de tierra firme, canteras, etc.. como en las actividades de la pesca. Pero esos recursos no se aprovecharon, y el 20 de julio fuimos a Pontevedra con las manos vacías.
Es verdad que el Gobernador civil se negó a autorizar la incautación de las armas existentes en las armerías, creando una gran decepción entre los millares de jóvenes de toda la provincia que nos habíamos concentrado en Pontevedra.
Cuando los militares sublevados en el cuartel de San Fernando salieron a la calle disparando con fuego de ametralladores y un canon de 75mm, les costo muy poco disparar a los concentrados en
Al dispersarnos nos infiltramos en los barrios viejos de la capital donde era más difícil controlarnos y nos pasamos la noche dándole gresca a los soldados con un viejo revolver de la época napoleónica que tenia Pepe Torres, y que hacia un ruido de mil diablos en las calles cercanas a la pensión de Sra Avelina adonde habíamos ido a parar. Ante descomunal ruido, los soldados salían corriendo pero la dotación del famoso revolver era muy escasa y pronto cesamos los tiros.
Al día siguiente, y por estar claro que en Pontevedra se había agotado las posibilidades de resistir, tratamos de salir de la capital individualmente o en pequeños grupos. En el puente de
Así pues los militares sublevados se habían apoderado de Pontevedra y Marín muy fácilmente. Había rumores de que en las afueras de Vigo se seguía resistiendo, pero en la provincia de Pontevedra lo decisivo era la capital con el regimiento de artillería 15 ligero, y Marín, base naval con algunos hidroaviones de fabricación italiana, malos técnicamente, pero como no tenia enfrente ningún adversario posible, en definitiva resultaban muy eficaces. Uno de esos aviones consiguió inutilizar las compuertas del dique donde se encontraba el crucero Almirante Cervera, adicto al gobierno de
Dominadas las ciudades mas importantes, los militares sublevados no podían llevar a cabo ninguna política ofensiva sin asegurase la retaguardia, que eran los pueblos de la provincia. A O Grove enviaron a los pocos días, durante la noche, tres o cuatro coches con elementos fascistas de paisano, armados. Cuando esos elementos bajaron por la carretera de Boreiros y se encontraron con un pueblo silencioso, las puertas de las casas cerradas, casi sin luces, no se atrevieron a continuar su labor de exploración y tomando la carretera de
Presenciamos todos sus manejos José Goday, cabo de artillería de la armada y yo. Subíamos desde o corgo y la ver las luces de los coches, temiendo alguna desagradable sorpresa, nos refugiamos en los jardines detrás de la capilla de Dona (?) donde hasta hace poco tenia una tienda de prendas de vestir Maruja Lores .
La llegada de este raid anunciador de malos presagios se corrió rápidamente por todo el pueblo. Los ánimos empezaron a excitarse bastante. Había bastantes comillos en las calles y se discutía mucho. Al llegar cerca de la tienda nos encontramos - íbamos dos o tres amigos - con el pájaro de Constante Silva haciendo grandes gestos e invitando a los grovenses a ir a defender el pueblo contra una posible visita del ejercito al Bao, que, seguir esta estratega de pacotilla, era donde se podía mejor organizar la defensa. Estaba claro que se trataba de una grave provocación, porque este “valiente” no se había desplazado a Pontevedra el día 20, cuando había que hacer frente al ejercito en mejores condiciones, después todo estaba perdido. Le llamamos la atención de forma bastante agria, que fue suficiente para que el estratega de marras volviera a sus zapatos (era zapatero).
Al día siguiente, vino el ejercito en un autocar y un destacamento de guardias civiles. En un momento dado, cuando la plaza estaba llena de gente, mirando totalmente, por falta de experiencia, a los soldados que debían tener tanto o más temor que nosotros, cargaron armas apuntando a los vecinos, cuya mayoría eran mujeres y niños. Me puse enfrente del autocar con los brazos abiertos gritando : “no tiréis”, y afortunadamente no tiraron porque la alarma no se convirtió en amenaza. Si llegan a tirar hubiera habido una verdadera carnicería. El autocar estaba aparcado donde el Sr Alejandro Baral tenia un taller mecánico. Al comprobar la guardia civil que se había respetado su cuartel - estaba no (?), y hoy aun existen las paredes - se marcharon. Más tarde establecerían los representantes del movimiento en el ayuntamiento y las fuerzas represivas, guardia civil y guardia cívica, en el cuartel de la benemérita.
Al frente de la guardia cívica, o por lo menos el que la mangoneaba, estaba el ex-alcade de
Prosiguiendo con ese “personaje”, me acuerdo que un día, me parece que era domingo, yendo para arriba, por la acera donde tiene ahora la librería Pepe Besada, vi bajar por la de enfrente un personaje muy vistoso, con un indumento de falangista, anunciadora de malos presagios. Camisa azul, pantalón negro de montar, correaje polainas de cuero y un pistolon que debía ser del 9 largo y las hebillas relucientes . Cuando vi que era el Potro no pude conternerme y me eche a reír. ! Que no había hecho yo ! Me miro, su cara quiso volverse pálida, cosa difícil porque su curtís no se le permetia, no dijo ni media palabra y se fue hacia el cuartel de la guardia civil. Aun no habían transcurrido dos horas cuando el guardia cívico Pepe Troncoso ya me tenia al tanto de lo ocurrido. Llego hecho una fiera, diciendo que me iba a estropear y que las ocasiones no iban a faltarle durante las noches. Debo aclarar que durante las noches, mientras duraba la charla del borracho Queipo de Llano para quien habían instalado altavoces, se podía circular por las calles ; pasada esa hora se corría el peligro de llevar una paliza o recibir un tiro, porque la guardia era más propusa a amenazar con el fusil que con el látigo.
En julio de 1937 nos movilizaron a filas. El Potro, hasta esta fecha, no tuvo ocasión de pegarme la tunda que me había prometido. Ganas no debían de faltarle si he de juzgar por el hecho siguiente.
Muchos años más tarde, estando yo en Francia, conseguí volver a O Grove. Durante uno de mis viajes, tuve que ir a Pontevedra, para lo cual tome el autocar de línea en el Corgo. Al llegar un poco más arriba - a fonte do galo - se detuvo el autocar para tomar viajeros. Entre ellos subió el Porto por la puerta de atrás. Yo lo había visto subir. Al darse cuenta de que a mi lado - sin saber que era yo por estar de espalda - había un asiento vacío, se acerco y en el momento de ir a sentarse y al darse cuenta de que yo ocupaba el otro asiento, dio media vuelta y se fue hacia atrás donde siguió de pie durante un rato hasta que deje de interesarme en lo que hacia. Por lo que se ve no había perdido la memoria ni su mala espina.
Ramon GARRIDO VIDAL
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