CUANDO ESTALLÓ LA GUERRA- RAMÓN GARRIDO VIDAL

Cuando estallo la guerra

Cuando estallo la guerra 1936 -1939 me encontraba en mi pueblo natal, O Grove, en casa de mis padres. Acababa de cumplir el servicio militar y el porvenir era poco reluciente por falta de trabajo y de perspectiva. Éramos muchos los jóvenes más o menos preparados, pero sin una formación profesional concreta, que carecíamos de empleo.

Mi pueblo natal era, en su mayoría, un pueblo de pescadores, pero una actividad en las faenas de pesca no era nada atractiva. La vida de los pescadores era muy dura y muy mal recompensada. En la temporada del invierno, a causa del mal tiempo que impedía faenar, eran bastantes los hogares invadidos por la escasez y la miseria.

Para zafarse de esta situación algunos de los jóvenes de mis amigos ingresaron como voluntarios a los 16 años de edad en la Marina de Guerra como apéndices. Entre ellos Ramón Iglesias, José Prol, José Mascato, José Cacabelos y Juan Revesa. Yo no había podido hacerlo porque era un año más joven que ellos. Cuando más tarde solicité el ingreso en la Escuela Aeronaval de Barcelona, después de pasar un examen-concurso en la Comandancia de Villagarcia, y obtener el numero uno entre los candidatos, se instauro la República en España, y el Ministro de Marina, con el pretexto de economías, cerro la escuela, pero sin embargo a los aspirantes a guardia marina dio ingreso en la Escuela Naval, tratando de justificar esta incalificable medida alegando que los aspirantes a la Escuela naval (futuros oficiales que pocos años después se sublevarían contra la República) habían invertido importantes sumas de dinero en su preparación al concurso de admisión. Mal empezaba la República : protegía a los ricos y pudientes, sus enemigos en potencia, y cerraba el camino a los modestos y pobres, sus defensores probables.

En aquellos tiempos no había medios de información y comunicación como ahora, no porque no existiesen diarios (había casi los mismos que hay ahora) sino porque había pocos medios económicos par investirlos en la lectura y por eso la tirada de los periódicos era escasa. Los que nos interesábamos un poco por estar informados de lo que pasaba, nos servíamos del ejemplar del diario que había en dos barberías (la de Costa y la de Pepe). Los diarios costaban diez céntimos pero no siempre se disponía del montante de su importe.

Naturalmente la televisión no existía pero la radio si, aunque con un inconveniente que restringía enormemente su audiencia : la falta de aparatos receptivos. Creo que en el pueblo había unos cuatro o cinco, uno de ellos en el café de Padin y los otros traídos por alguno de los marineros del pueblo comprados en el extranjero. Un de ellos lo tenia Sr Xaquin o brasileño comprado por su hijo Ramón en Nueva York (los pocos que habían jugaron un gran papel cuando se desencadeno la sublevación franquista). Había pocos receptores de radio y sin embargo O Grove disponía de una emisora local , de galena, construida por un excelente técnico, autodidacto, el buen amigo Juan Fernández.

Se leían pocos libros, aunque había una librería instalada en la plaza. Los de carácter político-social se pasaban de mano en mano, y para leer los de la biblioteca del casino había que solicitar la ayuda de algún socio.

Ante una situación poco propicia como esta, descripta a grandes rasgos, muy sucintamente, lo lógico seria que la juventud fuera apolítica y apática. A esta conclusión podríamos llegar y ver la actitud de la juventud de hoy ante los problemas con los que se enfrentan la sociedad, paro obrero, horizonte cerrado, etc.. Pero, por fortuna, no era así ; aquella juventud no era apática ni mucho menos. Se consideraba sujeto activo de la sociedad. Tanto es así que, cuando el 20 de julio se sublevo el ejercito, fuimos a Pontevedra cientos de jóvenes del pueblo para tratar de oponernos a los que se nos echaba encima.

Movilizar tal cantidad de jóvenes en un pueblo como O Grove por entonces fue algo extraordinario. Contados fueron los que se quedaron al margen.

¿ Como explicar ese resultado ? Quien o quienes fueron el agente movilizador de esa manifestación juvenil ? Había el Sindicato de oficios Varios alojado en la Casa del pueblo que aporto su colaboración. Había el partido de Izquierda Republicana que era un organismo electoral influenciado por los médicos D. Jacobo Otero Goday y Angel Cadavid y por tanto poco eficaz para la acción. Existía también el Partido Comunista, que más que Partido era una secta de dogmáticos, influenciado por elementos poco recomendables como Constante Silva que más tarde se puso al servicio de los facciosos que anulaban a los pocos militantes honrados que formaban sus filas. Su aportación en el trabajo de movilización se elevo el 19 o 20 de julio cuando apareció en el pueblo un dirigente pontevedrés Gama, creo que se llamaba .

Existía un pequeño grupo testimonial del Partido Galleguista que no llegaba a cuajar. Su representante en aquellos momentos era Xacobo Barral. Mi padre había sido miembro del Consejo directivo del Partido Galleguista en Diciembre de 1932. El Partido Galleguista había sido fundado en 1931.

Anteriormente había jugado un gran papel movilizador contra el poder caciquil, muy arraigado en Galicia, la Unión Agrícola, sita en la Casa del Pueblo. Compuesta no solo por agricultores sino también por los hombres y mujeres más liberales del pueblo, sus afiliados no temían enfrentarse al poder caciquil local. De su poder e influencia en el plano local, de su poder de movilización, dan una idea unas fotografías, que todavía se deben conservar en el pueblo, hechas en el Con de Peroucho en las que aparecen, custodiando sus banderas y estandartes, prácticamente todos los vecinos de O Grove, con sus dirigentes a la cabeza José Moldes, José Garrido, Fernández y otro.

La Unión Agrícola empezó a perder poder e influencia con la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera en 1923. Cayeron en las mallas demagógicas tendidas por el dictador, algunos de sus afiliados, como Xaquin Alvarez o Potro, se pusieron al servicio de la Dictadura con el propósito de obtener ventajas personales - fue nombrado alcalde - y ello creo tal confusión que la Unión Agrícola se fue autodisolviendo paulatinamente. Pero sus ideales anticaciquiles , libero-democraticos dejaron profundas huellas en el pueblo. Ejemplo : ante las elecciones del 16 de febrero de 1936, unos cuantos vecinos, interpretes del sentir popular, presionaron a los caciques locales, los médicos D Jacobo Otero Goday y Angel Cadavid Caamaño, para que se votase a favor del Frente popular. Los caciqueslocales no tuvieron más remedio que acceder porque no podían oponerse al sentir general. Tanto Don Jacobo como Cadavid no tenían nada de rojoso izquierdistas (entrecomillo lo de cacique porque los nuestros no tenían nada de común con los actuales : eran honrados y no se aprovechaban personalmente de su situación para medrar). Esta época de la historia local bien merecía que jóvenes estudiantes hiciesen un serio análisis de la misma para enseñanza de nuevas generaciones. Hay en elle elementos de sobra para constituir une buena tesis que ayude a conocer a las actuales generaciones la vida, anhelos e inquietudes de sus próximos antepasados.

El conjunto de fuerzas políticas y sindicales organizadas no eran bastantes fuertes para obtener la movilización total de los jóvenes.

¿ Era entonces un movimiento espontáneo ? Puede haber algo de ello, pero en el fondo era una movilización consciente cuya necesidad estaba arraigada entre un gran numero de jóvenes grovenses. Porque contrariamente a lo que pudiera pensarse la juventud, gran parte, estábamos politizados aunque sin afiliación política determinada. Éramos simplemente de izquierdas partidarios del Frente Popular con todos sus matices, continuadores del historial de lucha de generaciones anteriores. En la ría se decía, si los de Cambados son carcas, los de O Grove y los de la Illa (Arousa) son revolucionarios. Fuera o no cierta esta extendida opinión, la verdad es que tanto O Grove como la Illa, al estallar la sublevación militar, se pusieron al lado del Gobierno de la República. Si a lo largo de la contienda fueron apareciendo colaboradores de los fascistas, amparándose en el uniforme de falangistas o guardia cívico, elle no desmiente lo afirmado anteriormente.

El 17 de julio de 1936 tuvo pocas repercusiones entre los vecinos, pero el 18 y el 19 se fueron caldeándose los ánimos. La guardia civil local había sido concentrada en Pontevedra. Por falta de experiencia y también por candidez no se aprovecharon esos dos días para preparar recursos para hacer frente a una posible sublevación que se estimaba no solo probable sino cierta. En O Grove, además de unas pocas armas individuales, había grandes cantidades de dinamita y hombres para emplearla, tanto en las profesiones de tierra firme, canteras, etc.. como en las actividades de la pesca. Pero esos recursos no se aprovecharon, y el 20 de julio fuimos a Pontevedra con las manos vacías.

Es verdad que el Gobernador civil se negó a autorizar la incautación de las armas existentes en las armerías, creando una gran decepción entre los millares de jóvenes de toda la provincia que nos habíamos concentrado en Pontevedra.

Cuando los militares sublevados en el cuartel de San Fernando salieron a la calle disparando con fuego de ametralladores y un canon de 75mm, les costo muy poco disparar a los concentrados en la Alameda, Gobierno civil y Ayuntamiento que no disponían más que sus desnudas manos.

Al dispersarnos nos infiltramos en los barrios viejos de la capital donde era más difícil controlarnos y nos pasamos la noche dándole gresca a los soldados con un viejo revolver de la época napoleónica que tenia Pepe Torres, y que hacia un ruido de mil diablos en las calles cercanas a la pensión de Sra Avelina adonde habíamos ido a parar. Ante descomunal ruido, los soldados salían corriendo pero la dotación del famoso revolver era muy escasa y pronto cesamos los tiros.

Al día siguiente, y por estar claro que en Pontevedra se había agotado las posibilidades de resistir, tratamos de salir de la capital individualmente o en pequeños grupos. En el puente de la Braca, una patrulla de soldados nos detuvo, pero como yo conocía al cabo que la mandaba nos dejo pasar a unos pocos. Emprendimos el retorno a O Grove a pie - 32 kms - a donde llegamos el mismo día. En Poyo nos encontramos con el coche de Juanito Torres que iba a ponerse a las ordenes de los sublevados en Marín.

Así pues los militares sublevados se habían apoderado de Pontevedra y Marín muy fácilmente. Había rumores de que en las afueras de Vigo se seguía resistiendo, pero en la provincia de Pontevedra lo decisivo era la capital con el regimiento de artillería 15 ligero, y Marín, base naval con algunos hidroaviones de fabricación italiana, malos técnicamente, pero como no tenia enfrente ningún adversario posible, en definitiva resultaban muy eficaces. Uno de esos aviones consiguió inutilizar las compuertas del dique donde se encontraba el crucero Almirante Cervera, adicto al gobierno de la República, impidiendo su salida inmediata a la ría, con lo cual se perdió la importante base naval de Ferrol.

Dominadas las ciudades mas importantes, los militares sublevados no podían llevar a cabo ninguna política ofensiva sin asegurase la retaguardia, que eran los pueblos de la provincia. A O Grove enviaron a los pocos días, durante la noche, tres o cuatro coches con elementos fascistas de paisano, armados. Cuando esos elementos bajaron por la carretera de Boreiros y se encontraron con un pueblo silencioso, las puertas de las casas cerradas, casi sin luces, no se atrevieron a continuar su labor de exploración y tomando la carretera de la Toja se largaron bastante de prisa.

Presenciamos todos sus manejos José Goday, cabo de artillería de la armada y yo. Subíamos desde o corgo y la ver las luces de los coches, temiendo alguna desagradable sorpresa, nos refugiamos en los jardines detrás de la capilla de Dona (?) donde hasta hace poco tenia una tienda de prendas de vestir Maruja Lores .

La llegada de este raid anunciador de malos presagios se corrió rápidamente por todo el pueblo. Los ánimos empezaron a excitarse bastante. Había bastantes comillos en las calles y se discutía mucho. Al llegar cerca de la tienda nos encontramos - íbamos dos o tres amigos - con el pájaro de Constante Silva haciendo grandes gestos e invitando a los grovenses a ir a defender el pueblo contra una posible visita del ejercito al Bao, que, seguir esta estratega de pacotilla, era donde se podía mejor organizar la defensa. Estaba claro que se trataba de una grave provocación, porque este valienteno se había desplazado a Pontevedra el día 20, cuando había que hacer frente al ejercito en mejores condiciones, después todo estaba perdido. Le llamamos la atención de forma bastante agria, que fue suficiente para que el estratega de marras volviera a sus zapatos (era zapatero).

Al día siguiente, vino el ejercito en un autocar y un destacamento de guardias civiles. En un momento dado, cuando la plaza estaba llena de gente, mirando totalmente, por falta de experiencia, a los soldados que debían tener tanto o más temor que nosotros, cargaron armas apuntando a los vecinos, cuya mayoría eran mujeres y niños. Me puse enfrente del autocar con los brazos abiertos gritando : no tiréis, y afortunadamente no tiraron porque la alarma no se convirtió en amenaza. Si llegan a tirar hubiera habido una verdadera carnicería. El autocar estaba aparcado donde el Sr Alejandro Baral tenia un taller mecánico. Al comprobar la guardia civil que se había respetado su cuartel - estaba no (?), y hoy aun existen las paredes - se marcharon. Más tarde establecerían los representantes del movimiento en el ayuntamiento y las fuerzas represivas, guardia civil y guardia cívica, en el cuartel de la benemérita.

Al frente de la guardia cívica, o por lo menos el que la mangoneaba, estaba el ex-alcade de la Dictadura de Primo de Rivera, Xaquin Alvarez apodado o Potro. Este personaje, que volvería a ser alcalde con Franco, era un verdadero chulo con una fuerte dosis de matón de aldea, o sea de can de palleiro que ladra cuando se ve protegido por la huerta familiar y huye cuando se encuentra fuera de sus limites. O Potro era valiente cuando con un vergajo en la mano y encuadrado con una pareja de la guardia civil de antes, iba por las tabernas echando fuera a los marineros que estaban tomando un chiquito y charlando. Yo no se las fechorías que habrá podido hacer a lo largo de la guerra ; peor si lo que se es que, era vox populi, que el y su padre habían participado en la confección de las listas de paseados. En todo caso, su padre Eloy en los últimos momentos de su vida confesaba que no conseguía dormir porque lo impedía el recuerdo de algunas personas castigadas, perseguidas o fusiladas como su ex-amigo Angel Cadavid sin haber cometido delito alguno.

Prosiguiendo con ese personaje, me acuerdo que un día, me parece que era domingo, yendo para arriba, por la acera donde tiene ahora la librería Pepe Besada, vi bajar por la de enfrente un personaje muy vistoso, con un indumento de falangista, anunciadora de malos presagios. Camisa azul, pantalón negro de montar, correaje polainas de cuero y un pistolon que debía ser del 9 largo y las hebillas relucientes . Cuando vi que era el Potro no pude conternerme y me eche a reír. ! Que no había hecho yo ! Me miro, su cara quiso volverse pálida, cosa difícil porque su curtís no se le permetia, no dijo ni media palabra y se fue hacia el cuartel de la guardia civil. Aun no habían transcurrido dos horas cuando el guardia cívico Pepe Troncoso ya me tenia al tanto de lo ocurrido. Llego hecho una fiera, diciendo que me iba a estropear y que las ocasiones no iban a faltarle durante las noches. Debo aclarar que durante las noches, mientras duraba la charla del borracho Queipo de Llano para quien habían instalado altavoces, se podía circular por las calles ; pasada esa hora se corría el peligro de llevar una paliza o recibir un tiro, porque la guardia era más propusa a amenazar con el fusil que con el látigo.

En julio de 1937 nos movilizaron a filas. El Potro, hasta esta fecha, no tuvo ocasión de pegarme la tunda que me había prometido. Ganas no debían de faltarle si he de juzgar por el hecho siguiente.

Muchos años más tarde, estando yo en Francia, conseguí volver a O Grove. Durante uno de mis viajes, tuve que ir a Pontevedra, para lo cual tome el autocar de línea en el Corgo. Al llegar un poco más arriba - a fonte do galo - se detuvo el autocar para tomar viajeros. Entre ellos subió el Porto por la puerta de atrás. Yo lo había visto subir. Al darse cuenta de que a mi lado - sin saber que era yo por estar de espalda - había un asiento vacío, se acerco y en el momento de ir a sentarse y al darse cuenta de que yo ocupaba el otro asiento, dio media vuelta y se fue hacia atrás donde siguió de pie durante un rato hasta que deje de interesarme en lo que hacia. Por lo que se ve no había perdido la memoria ni su mala espina.

Ramon GARRIDO VIDAL

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