Extractos de la carta de Manuel Lueiro a Ramon Garrido
Grove, 7 de noviembre de 1945
Querido amigo Garrido:
Al ponerme en comunicación directa contigo, y digo directa porque todas tus noticias han llegado a mi poder por mediación de tus padres y hermanos, se apelotonan en la imaginación y en el recuerdo, para querer salir todas a la vez, la serie grande de fechas, situaciones, acontecimientos, pesares y satisfacciones que durante el transcurso de 9 años han sucedido de forma irremediable.
Tantas son y tan diferentes que no hay forma de empezar a describirlas......
Por eso, al lado de Mascato, en su propia casa, y acordándome de que ha sido aquí donde estuvimos juntos la ultima vez, siento alegría grande siendo que es a ti a quién dedico unos momentos.
¿ Recuerdas la noche del 2 de septiembre ?
Aquella ha sido nuestra despedida y ni un solo instante pudo borrarse de mi recuerdo.
Siempre procuré saber de todos, porque teniendo noticias vuestras me encontraba menos solo.
........Estuve sin venir al Grove, aun viviendo cerca, primero en Pomelos y mas tarde en Pontevedra, durante más de seis años. Al fin, mezclado un día entre los amigos de siempre, aparecí sin darme cuenta en el pueblo donde me había criado. Aquí me casé, hace ya dos años, tengo un hijo y voy viviendo desempeñando mi profesión, que suele ser como funcionario de Hacienda en Pontevedra, plaza obtenida por oposición.
Muertes en la familia, varias: Eugenio, dos hermanos más, Ramiro y Germán, y mi padre hace año y medio. Repito que el fin de mi carta de hoy es la expresión sincera de esa amistad entrañable que nos unió y nos une como siempre.
Contesta pronto y recibe un fuerte abrazo de tu amigo que espera hacerlo pronto personalmente.
Manuel Lueiro
UNA NOCHE DE SEPTIEMBRE
La noche era magnifica. Era una noche de Septiembre, típicamente gallega, mejor dicho arosana. Cuando hace buen tiempo, generalmente casi siempre, de ese mes del año lo que mejor recuerdo son sus noches inigualadas, claras, tranquilas, donde parece que todo está cerca, como si no hubiese horizontes lejanos, iluminadas por una luna inmensa, majestuosa. En esas noches, que yo no sé describir, todo invita a la convivencia, a la fraternidad entre las personas. No son noches que incitan a la disputa o a la pelea.
Sin embargo ese marco pacifico ofrecido por la naturaleza en aquel Septiembre no era suficientemente fuerte para influir positivamente en nuestros sentimientos del momento. Existía una fuerte tensión, unas pasiones políticas desatadas superiores al marco de apaciguamiento inmejorable que nos ofrecía el ambiente geográfico de nuestra tierra. Estábamos a 2 de Septiembre de 1936, en plena guerra civil.
Éramos tres jóvenes amigos entre los miles de grovenses de entonces. Ni mejores ni peores que los demás : José Domínguez Grana, muy popular por su excelente carácter, fallecido hace pocos años en Andalucía; Manuel Lueiro Rey ( quien no lo conocía en el pueblo ?), con personalidad ya evidente y que anunciaba el buen escritor que fue, y el que esto trata de relatar.
Ninguno de nosotros se había destacado políticamente en nada. Ni siquiera pertenecíamos a asociación política o sindical alguna. De los tres, el único que había exteriorizado por escrito sus opiniones era Manuel Lueiro que ya desde muy joven había demostrado su extraordinaria facilidad para escribir. Pero Manolo Lueiro solo se había servido de sus dotes y conocimientos en contadas ocasiones, denunciando, cuando era menester, las injusticias caciquiles.
Eso si, los tres éramos demócratas y abogábamos, cuando la ocasión se presentaba, por un Gobierno que limitase las injusticias y permitiese a la magnifica juventud de aquel entonces encontrar un cauce apropiado para alcanzar su plenitud.
No se pedida la luna, pedíamos simplemente la desaparición del paro obrero y la democratización del país. Al abandonar la escuela primaria, no sabíamos en qué ni donde emplearnos.
Los tres, como casi todos los hombres de O Grove, cuando anochecía nos íbamos a dormir fuera de casa. Muchos se servían de la "dorna" y se iban a dormir en medio de la ría; otros se iban a los montes para evitar los "paseos". Porque nadie ( o muy pocos, es decir los autores de las denuncias ) sabían quien estaba o no en la lista de los "paseables". ( El "paseable" era un candidato a la muerte.)
Yo había propuesto a mis dos amigos otra táctica. En vez de alejarnos me parecía mas acertado encontrar un escondrijo en el centro del propio pueblo. Lo importante era encontrar una casa que no despertase sospechas, con buena visibilidad del entorno pero que no pudiese ser cercada, que no constituyese un cepo. Este escondrijo nos lo proporciono un buen amigo, ya fallecido, Cándido Máscate Domínguez que pese a su enfermedad - deficiencia motriz - demostró ser un hombre a carta cabal.
Esa noche, 2 de Septiembre de 1936, estábamos los tres durmiendo en la casa vella de Señor Cándido. Adelantada la noche, me desperté a causa de fuertes ruidos extraños. Me levanté inmediatamente para acercarme a la ventana que daba a la calle y ver lo que pasaba. Pepito y Manolo continuaban durmiendo, pero al poco rato también se despertaron por el ruido de los golpes y los gritos que un equipo de (como llamarlos?) "representantes del orden" con mucho de forajidos, bastante eufóricos por el alcohol, propinaban a la puerta de la panadería de Besada donde trabajaba "Juan o Panadeiro" para llevárselo y darle el "paseo". Al poco rato pasaron delante de la casa donde estábamos. Juan iba entre ellos, mas blanco que el delantal que llevaba puesto. El equipo estaba perfectamente organizado; entre ellos iba un individuo con un parecido asombroso con el cura de una parroquia do Grove y, - mucho mas tarde nos enteramos, - un primo hermano del infortunado Juan. Confieso que en aquel momento, al ver lo que estaba pasando, si llego a tener en mis manos un arma de fuego, no hubiese vacilado en disparar. Aunque soy un hombre pacifico, y ahora mucho más después de lo vivido, enemigo de métodos violentos, en aquel momento me quedé con ganas . Y sabia disparar.
Yo pasé un mal momento, pero Manolo y Pepito lo pasaron peor. Al despertarse con los golpes que resonaban en la casa vella y palpar en la paja donde estábamos a derecha e izquierda sin encontrarme, se creyeron que me había ocurrido algo grave” Yo que estaba en la ventana, los tranquilicé a medias. Les dije, muy bajito, " preparad la salida por el tejado sin hacer ruido". En ese momento el equipo de pistoleros estaba delante de la puerta de la casa vella. Lo que no podían sospechar es que estábamos a unos metros de distancia los unos de los otros y que éramos testigos de sus hazañas Por fin se alejaron. Todos estos hechos los vi perfectamente porque a la altura de la esquina de la casa de Don Cayetano, que estaba en frente de la casa vella, había un foco del alumbrado eléctrico que funcionaba.
Para nosotros tres, la noche del 2 de septiembre de 1936 termino así.
Pero no para mi amigo Manolo Lueiro ni para su padre don Albino ( que por cierto era partidario sincero de los amigos de Cristo Rey.)
Esa misma noche el mismo equipo de pistoleros u otro ( no podría precisarlo ), fue a casa de don Albino. Iban a por Manolo que había sido denunciado por alguien del pueblo. Como Manolo no estaba en su casa - juntos estábamos na casa vella - se querían llevar a su hermano Eugenio, maestro nacional, gravemente enfermo, al que así acortaron la vida. Al día siguiente Manolo se marcho del Grove a esconderse a una aldea del interior de Galicia y Eugenio se fue para Pontevedra a casa de la señora Avelina Sanmartín, donde murió poco después.
Ramon GARRIDO VIDAL
Non son competente en traballos literarios. Por eso non voi emitir xuicios encol das actividades do escritor Manuel Lueiro. Pero gústame ler. E, naturalmente, lín o libro de poesías ESCOLMA FERIDA que Manolo pubricóu alá polos anos 70. Un dos seu poemas remata así: " CONVEN DAL-A MEDIDA XUSTA E CERTA / DUN HOME ENTEIRO FEITO PARA A VIDA." Pareceme que hoxe non estaría de máis dar a conecer algo do home enteiro que foi. Asi contribuimos a dal-a medida xusta e certa.
Manuel Lueiro, Manolo pros amigos, era, foino sempre, un demócrata consciente e consecuente. Non tina, nada de pendular. Xa antes da guerra de Hespaña, cando había que denunciar cacicadas non vacilaba en facel-o. Por escrito , na prensa....
E nín a guerra de 1936, nin a represión e todo o qeu se viveu daquela, non-o fixeron claudicar.
Estivemos 9 anos sin saber nada un do outro « Era imposibre manter relacions directas. Por fin pudo escribirme unha carta en 1945. Carta escrita hai 46 anos que inda conservo. Neses anos era moi arriscado establecer relacions cun combatiente repubricano roxo que estaba en Francia. Era tanto mais arriscado cando se era funcionario do Estado, que era o caso de Manolo. Podía custar a perda do traballo, podía custar moito máis....
Manuel Lueiro non se limitou a escribirme unha carta amistosa. Nela declaraba que seguía sendo o que sempre fora : un demócrata partidario da xusticia social. Para que non quedasen dúbidas, e para que o que quería dicir pasase a través das mallas da censura, databa a sua carta do 7 de novembro, data que enton era moi significativa. Para os hespañois o 7 de novembro era a epopeia da defensa de Madrid en 1.936; para os demais era o cabodano da gran Revolución de Outubro do ano 17. Había que ter sentimentos democráticos moi arraigados para declararse, por escrito, solidario do que representaba esta data. Porque en 1945 a represión franquista inda non teminara nin tampouco o medo imperante na sociedade hespañoia.
Nesa carta que me escribéu, Manolo recordame a noite da 2 de Septembro de 1936.
Entón gran numero de grovenses non durmiamos nas nosas casas. Había o temor do "paseo", de ser asesinado. Esa noite, patrullas armadas vineron a buscar a Manuel Lueiro para matal-o. Non estaba na sua casa, e por eso se salvou. Eu conseguirá de Cándido Mascato que nos deixase a casa vella. Era unha casa inhabitada, situada no centro do pueblo, e, pol-o tanto pouco sospeitosa. Alí estábamos tres amigos : Manuel Lueiro, Pepito Domínguez Grana e mais eu. Fumos espectadores forzosos, a dez metros de distancia, das hazañas dunha patrulla armada cando levaban preso a Juan o panadeiro.
Esa foi a ultima noite que Manuel Lueiro pasou no Grove durante a guerra hespañoia. Para salvarse da morte tivo de fuxir pro interior das terras da provincia
Os vecinos do Grove sabedes algo da sua actuación posterior, como defensor dos vosos intreses no Concello municipal. Nada do que sucedeu o correr do tempo pudo facer cambear de rumbo o Manuel Lueiro de hai 46 anos.
Recoñecer hoxe a sua valia non so é merecido. E merecido e está xustificado porque a personalidade de Manuel Lueiro e o compendio da xuntanza dun demócrata honrado e consecuente e dun gran escritor e poeta. Non era un santo : era un home de ben.
Ramon GARRIDO 25 X 1991
No hay comentarios:
Publicar un comentario